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FICCIÓN: DOMINGO Y LA NIEBLA,   DE ARIEL ESCALANTE MEZA: POLITIZAR EL ARTE

2022-05-06

El segundo trabajo del director costarricense es el único film latinoamericano que competirá en Cannes este año, en la sección Una Cierta Mirada.

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Domingo y la Niebla (Ariel Escalante Meza – 2021) Rodada en la zona rural de Cascajal de Coronado, la película narra la historia de Domingo (Carlos Ureña), un campesino viudo que cada tarde ve cómo una extraña niebla cubre su rancho y trae consigo el fantasma de Marília, su esposa fallecida (Silvia Sossa). Cuando le confirman que sus tierras serán expropiadas para construir una ruta, se hace realidad el peor de sus miedos: perder el contacto con el fantasma de Marília. Sintiéndose entre la espada y la pared, Domingo empieza a provocar incendios para sabotear la futura ruta, pero su plan está a punto de salirse de control: “El film tendrá su estreno mundial en el Festival de Cannes, y es la primera película centroamericana de la historia en participar como Selección Oficial de uno de los festivales de cine más prestigiosos del mundo”

Ariel Escalante Meza es un cineasta costarricense quien, en su corta carrera, ha cosechado grandes éxitos. Su primer largometraje, El Sonido de las Cosas, representó a Costa Rica para los premios Óscar y Goya en 2017 y recibió el Premio Especial del Jurado en el Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC). Además, dirigió dos cortometrajes, uno de los cuales (Musgo, 2014) ganó el premio al mejor corto en el CRFIC, y también fue editori en producciones como Ceniza Negra de Sofía Quirós (2019), y Princesas Rojas de Laura Astorga (2013). Domingo y la Niebla es su segundo largometraje. Filmado en la comunidad de Cascajal de Coronado, esta película retoma temáticas exploradas en sus obras anteriores, pero se diferencia por su compromiso social y político. Escalante, quien afirma que concibió este trabajo desde un lugar de contradicción, buscó unir una historia fantástica con la realidad social de una comunidad, en un film que bebe tanto del surrealismo como del género documental.

“El duelo es algo que a mí me ha cuadrado bretear desde hace mucho tiempo” explica Ariel. “Hice mi primer corto sobre duelo en el 2011, se llamó A Partir de Ahora Solo Nosotros. Ahí empecé a trabajar el tema del duelo, que después repetí en el 2014 con un corto que se llama Musgo, que después repetí en el 2016 con mi primera peli, que es El Sonido de las Cosas, y ahora entramos a eso con Domingo y la Niebla, que trata sobre este adulto mayor de campo que es viudo y tiene una relación con el fantasma de su esposa que vuelve a través de la niebla. Entonces es el cuarto capítulo de una exploración temática que vengo haciendo desde hace, literal, 10 años. Es poner a un personaje ante un conflicto que literalmente no puede resolver. Me cuadra porque se vuelve impredecible. O sea, por un lado, se vuelve súper predecible lo que puede hacer este personaje —cualquier personaje que pongas a lidiar con el duelo— porque no puede hacer lo que quiere hacer, que es que vuelva esa persona. Pero al mismo tiempo se vuelve impredecible, ¿por dónde se puede ir la vara?”. El director continúa: “Pero también hay ciertas cosas con las que conecté mucho cuando se me ocurrió esta historia. Siento que hay una necesidad y siento que hay un hueco en Costa Rica en las artes, principalmente en el cine, de politizar las cosas, de hablar directamente de temas de la economía neoliberal que llevamos arrastrando por 38 años. Me parece que este es un tema que no nos estamos atreviendo a tocar. Porque la otra parte de la sinopsis tiene que ver con una historia que sucede en una localidad muy escondida, muy perdida, muy olvidada en medio de las montañas, la cual es afectada por la construcción de una carretera. Y entonces se arma toda una cosa con esta gente que se tiene que ir, porque los están prácticamente echando en pro del “progreso”. Y esto es algo que ha pasado en nuestro país y sigue pasando todo el tiempo.”

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Domingo y la Niebla (Ariel Escalante Meza – 2021): “Sentimos que la industria cinematográfica en Centroamérica se fortalecía cada día más, pero que era muy segura. Queríamos ser punks y hacer más un tipo de cine punk, que fuera coherente con nuestras realidades y nuestra estética, en lugar de importar formas extranjeras de hacer cine, no solo en términos de estética sino también en términos de producción. Queríamos hacer una película con muy poca plata, que se ejecutara bastante rápido. La filmamos con un equipo de estilo documental en poco más de tres semanas. Fue como un fuego en la operación del alma”

El cineasta analiza: “Siento que hemos estado haciendo, yo incluido, un cine mucho más íntimo, mucho más clasemediero y mucho más sutil sobre lo sutil. Y, a pesar de que siempre me he considerado una persona muy politizada —estudié Ciencias Políticas en la universidad, vengo de una casa, de un hogar, muy politizado, muy comprometido, de izquierda, etcétera— nunca había decidido hablar de esto directa y explícitamente en mi brete. Y decidí que era el momento. De hecho, me inspiró muchísimo, de manera muy indirecta, porque tampoco fue que me puse a leerla, la literatura tica de los 30; Carmen Lyra, Fabián Dobles, Calufa y todos estos maes que estaban abocados a hablar de lo que estaba pasando en Costa Rica.”

Escalante manifiesta que le gustaba la idea de concebir la película desde un lugar de contradicción “como el marxismo mismo. Como ser surrealista. Y contraponerlo con una vara documental heavy. Yo siento, que lo más marcado del lenguaje documental acá es la manera en que rodamos la película, utilizando en su mayoría actores naturales de la zona de Cascajal de Coronado. Hay una frase de Pedro Costa, este director portugués, que me cuadra un montón, que dice: ‘No tenemos que depender tanto de la imaginación. También podemos agarrar lo que el mundo nos da y narrar a partir de ahí’. Y eso como que fue muy importante para esta peli, siendo que trata sobre un fantasma que viene a través de la niebla, que es como dejar volar tu imaginación. Un ejemplo: en el guion había una cantina dentro de este pueblo fantasma donde todo el mundo se está yendo porque los están echando. Pero me voy a Cascajal y veo que allá no hay una cantina; hay un restaurante donde venden birras. Pero si yo iba ahí no me iba a encontrar a nadie, más que gente de Coronado Centro que quería venir a sentir frío y a turistear. Entonces te vas dando cuenta: ‘Claro, es que en esta comunidad no hay cantina, porque en esta comunidad la gente no toma birra. ¿Por qué? Porque la birra cuesta mil doscientas cañas. Entonces, ¿qué es lo que hacen? ¿qué es lo que toman? Guaro de contrabando. ¿Dónde lo compran? Ahí.’ Y de repente eso fue parte de la película también, dentro de la ficción de la película.” Dice que el neorrealismo italiano lo influyó mucho: “Si vas a politizar la cosa; si vas a hacer un comentario de clase o, más que un comentario, si vas a lanzar una pregunta; si vas a querer avivar un debate de clase en un país como Costa Rica, en el cual no se habla de clase, o sea, no se habla ni en el cine, ni en la Asamblea Legislativa, ni en las escuelas secundarias; si vas a hablar de clase, no podés desclasar la manera en que enunciás ese discurso, ¿no? Y creo que eso es muy neorrealista italiano y es muy nuevo cine latinoamericano.”

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El director Ariel Escalante Meza dirige a su protagonista Carlos Ureña, en Domingo y la Niebla (2021) Además del rodaje de bajo presupuesto y estilo guerrilla, el director y su equipo también tomaron la decisión de producir los efectos especiales en torno al fantasma de la esposa muerta, físicamente durante el rodaje. Su presencia es sugerida por nieblas arremolinadas en lugar de una apariencia corporal real. “Decidimos hacer todos los efectos visuales en el lugar. Quería esa textura de la vida misma, jugando con nosotros”. El equipo usó pistolas rociadoras y una solución para hacer niebla para crear el efecto. Escalante admite que fue un desafío, pero dice que está satisfecho con el resultado final: “Era cuestión de entender los elementos y lo que podíamos lograr. El mejor momento fue cuando parecía que iba a llover, pero en realidad no estaba lloviendo. El director de arte y el productor corrían por todo el set, con este tipo de ametralladoras llenas de solución de niebla, disparando acá y allá y luego escondiéndose. Fue frustrante pero divertido y parte del desafío”

Con respecto al simbolismo de la niebla en la historia, el director cuenta que “la niebla en la peli es un portal hacia el más allá. Así es como lo estamos presentando, literal. Viene un fantasma a través de la niebla, ¿no? Por eso nos fuimos para allá, para Cascajal de Coronado, que es un lugar que parece estar en el otro lado, por la cantidad de niebla que se logra ver allá. Yo tengo una relación muy personal con la niebla, siempre me ha interesado un montón. Hay gente que lo siente en el bosque, hay gente que lo siente en la playa. Yo lo siento en la niebla y siempre he estado súper obsesionado con el asunto. También hay un deseo de eludir la narración clásica o eludir la necesidad de siempre estar narrando. En esta película estamos planteando detener la narración en veces para disfrutar de ciertas otras cosas que sean más sensoriales, que sean más de imagen pura.”

Cuenta que no fue muy difícil trabajar con no actores “porque antes de rodar la película viví seis meses en Cascajal. Entonces, realmente no es que castié actores naturales miembros de la comunidad; castié a mis compas. O sea, ya eran mis compas, ya nos habíamos hecho amigos, ya nos habíamos pasado las horas de las horas bajándonos un litro de Cacique. El casting fue retador en términos de que duré mucho haciendo ese casting. Pero a la vez no sabía que lo estaba haciendo, surgió de manera muy orgánica. Trabajar con naturales es distinto. Claramente. Por las razones imaginables; por una técnica, por una reacción ante la cámara, por una manera interpretativa, etcétera, etcétera. Entonces el reto fue muy divertido y sí, siento que logramos cosas muy profundas con un brete bastante sólido.”

FUENTE: www.delefoco.com | www.screendaily.com